domingo, 28 de noviembre de 2010

del infierno al cielo, solo hay 23 kilómetros

Minutos que se hacen horas, al tomar esa ruta, apenas unos pocos minutos para cualquier persona, horas para mi. Mis pensamientos locos, vuelan e imágenes azotan mi mente, desconcentrándome del camino. Es la sensación de subir al cielo, de pisar el paraíso instantáneo lo que me lleva a creer que, ese pequeño e insignificante camino, se convierta en un tormento para mi.
Sensaciones que guían mis manos, que acomodan los pies en los pedales, que me incrustan en el asiento, y me obligan a permanecer sentado, impaciente y sereno. Un camino oscuro en el cual yo solo veo luz, un camino en el que solo quiero llegar a la meta, y quedarme allí para siempre.
Cuando toca regresar por aquel camino, todo el mundo se viene a bajo, siempre vuelvo solo, y todos los que toman aquella ruta en dirección contraria me deslumbran. No quiero partir, no quiero tener que volver, porque, los pensamientos de deseo de la ida, se convierten en recuerdos a la vuelta. Una vuelta llena de recuerdos, con el sabor de tus labios aun en mi boca, con tu olor en mis manos, con un parabrisas lleno de sentimientos que me obligan a apartar la mirada del camino, y divagar por mi mundo de fantasías. Al volver, el camino desciende, desciende hacia el abismo, hacia el mismísimo infierno. No quiero seguir subiendo al cielo para volver a caer en el infierno todos los días, quiero quedarme allí, en el paraíso, olvidando todo lo demás... 23 kilómetros es lo que separa mi infierno, de mi cielo, 23 kilómetros, que se hacen eternos y efímeros a su vez, 46 kilómetros de ida y vuelta, que quiero que se reduzcan a la mitad, y dejar de retornar siempre, 23 kilómetros...que me separan de ti...

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