viernes, 3 de diciembre de 2010

ahora comprendo por qué es tan preciado el oro...

Despertar, y angustiado, mirar la hora, la fecha, para a pensar, que como cada mañana, ha podido ser un sueño... y me levanto, aun dubitativo, y enredado en mi mano, encuentro un finísimo hilo dorado, que me da fuerzas, y una sonrisa se dibuja en mi cara.
Desayuno aburrido, mientras escucho una monótona voz que sale de la radio, discutiendo y arengando a los oyentes que salgan a sus calles, que peleen por lo que creen, que critiquen lo criticable, y distraído, recuerdo cosas, y me planteo expectativas del día. Desmotivado, por alejarme de aquella cama tan cómoda y confortable, y  con el cuerpo aun cortado por el frío de la mañana comienzo a vestirme y al colocarme el abrigo, otro hilo dorado, tan resplandeciente como el sol, se aferra en la manga, de nuevo, otra sonrisa, aun mayor se dibuja en mi cara.
Sin ganas, me monto en el coche, y me dirijo al mismo atasco de todos los días, gente cabreada, acelerones y frenazos, cláxones sonando de fondo, y aburrido y sin mirar a ningún lado, otro hilo de oro, este aun mayor, se encuentra rodeando la palanca de cambios, mi día, va mejorando, feliz, me dedico a sonreír por la ventanilla del coche a los demás conductores cabreados, que me miran con asombro.
Desmoralizado por no encontrar aparcamiento, y aparcar en un hueco minúsculo, corro hacia la clase, con la intención de minimizar al máximo el retraso que llevo, agobiado, me siento en el pupitre, me quito el abrigo, y me dispongo a abrir mi maleta, y ahí, otro maravilloso hilo dorado, y, me vuelve a traer recuerdos, sentimientos, parece mentira que un finísimo hilo de oro, traiga tanta felicidad, me haga dibujar sonrisas, y las regale a diestro y siniestro, que le de color al día gris que se suele presentar, que pinte con una paleta llena de colores vivos, de morados, de azules, de rosas, mis días.
Ahy..hilos de oro, tan preciados...tan querido, tan amados...
 

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