viernes, 22 de octubre de 2010

Cerrar los ojos, y suspirar...las nubes, esponjosas y algodonadas se mecen en el cielo azul que te cubre, sientes la brisa en tu cara, el aire fresco se mete por tu nariz, notas como poco a poco va enfriando y llenando de aire tus pulmones, la hierba, se mece plácidamente a tu alrededor, escuchas, como le viento acaricia tus orejas...un pequeño silbido retumba en tus tímpanos, no te duele nada, no sientes nada, solo una sonrisa está plasmada en tus labios y no puedes quitarla, no quieres quitarla. No piensas nada, nada te aturde...estáis solos tú, el cielo, y la tierra. Una gran llanura se extiende a tu alrededor, un color verde intenso marca sus lindes con la fría y dura roca de la montaña. Notas como un pequeño riachuelo serpentea cerca de ti, pero no sabes donde está, escuchas el leve cántico de los pájaros, el coqueto sonido de algún insecto que intenta impresionar a la hembra. Giras sobre ti, con los brazos extendidos como si quisieses abrazarlo todo y llevarlo contigo. El sol, ilumina, pero, apenas calienta, te ciega momentaneamente, y tu, te dejas cegar, caes de espalda, y notas como la hierba te abraza y te acoge, sientes su frescor en la espalda, su aroma...Las pequeñas gotas del rocío de la mañana te acarician las manos y las orejas. Notas, como, la naturaleza, está respirando...

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